Había una vez…
Como todas las grandes historias, esta también comienza con un “había una vez…”
Había una vez un grupo de mariposas viajeras, todas ellas hermosas y llenas de vida. Se preparaban para una gran travesía, un viaje hacia tierras más cálidas y desconocidas, llenas de promesas y aventuras.
Cada mariposa practicaba con esmero el batir de sus alas: uno, dos, tres… abrir, uno, dos, tres… cerrar. Pero una mariposa, tan bella como las demás, tenía una particularidad: era tan curiosa y distraída que, entre flores y sonidos, se perdió en sus pensamientos.
Mientras sus compañeras emprendían el vuelo, esta mariposa seguía disfrutando de su entorno, maravillada por cada detalle que la naturaleza le ofrecía. Uno, dos, tres… abrir, uno, dos, tres… cerrar. Sin darse cuenta, el silencio la envolvió. Solo cuando la calma se tornó en inquietud, se dio cuenta de que estaba sola.
Desconcertada, comenzó a volar sin rumbo, buscando desesperadamente a su grupo. Pasaron las horas, y su vuelo la llevó a un lugar desconocido, donde un sonido peculiar llamó su atención. Lo que vio a lo lejos la hizo detenerse; pensó que era un murciélago, pero al acercarse descubrió que era una X’mahaná, un ser que, según decían, anunciaba la muerte. A pesar de ello, la curiosidad fue más fuerte.
—¿Qué te ocurre? —preguntó la Monarca.
—Nada… —respondió con tristeza la X’mahaná.
—Si no te pasa nada, ¿por qué lloras? —insistió la Monarca, intrigada.
—Porque es precisamente eso, nada… Quiero ir aquí y me rechazan, quiero ir allá y me temen. Solo deseo anunciar la buena fortuna que se avecina, pero todo lo que recibo es incomprensión. Y tú, ¿qué hace una mariposa como tú en un lugar como este? Pronto el calor te debilitará, y sin tu grupo, no sobrevivirás.
—¡Tienes razón! —exclamó la Monarca, preocupada por primera vez—. Debo encontrar a las demás…
La Monarca, en su distracción, había olvidado que necesitaba de sus compañeras para volar alto y lejos. Sin embargo, la X’mahaná, con sus grandes alas, podía ayudarla a cortar el viento y elevarse. Ambas se dieron cuenta de que, uniendo fuerzas, podían lograr lo que no podrían solas. Sin nada que perder, decidieron emprender juntas el viaje hacia un lugar más fresco.
La X’mahaná, con sus poderosas alas, abría paso en el aire, mientras la Monarca, con su delicado aleteo, estabilizaba su vuelo. Así, unidas en su travesía, disfrutaron de paisajes maravillosos, compartiendo una aventura que jamás habrían imaginado vivir.
Uno, dos, tres… planeo. Uno, dos, tres… aleteo.
Durante días y noches volaron, hasta que finalmente llegaron a Canadá, donde el grupo de Monarcas las recibió con alegría. Sin embargo, algo había cambiado en la pequeña Monarca. Sus alas comenzaban a perder fuerza, y una calma inusual la envolvía. X’mahaná, temiendo que lo que se decía de ella fuera cierto, decidió alejarse.
Pero antes de partir, la Monarca la buscó para pedirle un último favor. Con su último aliento, le agradeció por haberle dado propósito y le pidió que cuidara de su crisálida, que la acompañara en su transformación, y que la siguiera hasta encontrar el lugar maravilloso del que tanto habían hablado durante su viaje.
Con el tiempo, la crisálida se convirtió en una nueva y hermosa mariposita. La X’mahaná, honrando la última voluntad de su amiga, se convirtió en su guía y protectora. Volaron juntas, recorriendo vastas distancias, sorteando tempestades y cruzando cielos llenos de estrellas, hasta que finalmente alcanzaron un destino lleno de vida y color: México.
Así, la X’mahaná llevó a la hija de la Monarca al lugar que le prometió, un lugar donde podría cumplir su misión y vivir eternamente.
La próxima vez que veas a las mariposas Monarca en su recorrido por este hermoso país, observa bien… Quizá veas a X’mahaná acompañándolas en su viaje, cumpliendo su promesa.
Si has llegado hasta aquí gracias a la etiqueta de uno de nuestros vinos, nos alegra que hayas disfrutado de esta historia, creada con cariño para ti. ¡Déjanos tus comentarios y mensajes en redes sociales; queremos saber cómo te sentiste al vivir este viaje con nosotras!
Por cierto, ¿sabías que ‘X’mahaná’, en maya, se refiere a la mariposa negra que tanto nos aterra?